
- Formato: Tapa dura, tapa blanda y ebook
- Disponible en Amazon: https://amzn.eu/d/f1G5BLz
- Páginas: 183 (color)
✨ ¿Tu hijo ya no te cuenta todo? ¿Sientes que se aleja sin saber cómo acercarte? ✨
Cuando los hijos crecen y se alejan es una invitación a madres y padres a reencontrarse con sus hijos adolescentes desde un lugar más consciente, respetuoso y amoroso.
En un mundo lleno de puertas cerradas, silencios incómodos y respuestas cortantes, este libro no busca eliminar el conflicto, sino transformarlo en un lazo nuevo: más libre, más presente, más real.
💭 ¿Qué encontrarás en estas páginas?
🌀 Un acompañamiento para soltar sin desaparecer:
Aprenderás a respetar su distancia sin abandonar tu presencia. A estar disponible sin invadir. A seguir siendo hogar incluso cuando ya no vivan en ti.
🌿 Reflexiones cercanas y cotidianas:
Palabras que te ayudarán a ver con nuevos ojos las peleas, el silencio, la intimidad cambiada y la distancia que duele.
💬 Gestos y rituales que construyen vínculo:
Ideas sencillas para mantener el lazo vivo en lo cotidiano, sin exigencias ni perfección. Porque el amor adolescente necesita menos control y más cuidado.
🛤 Un camino hacia un amor más maduro:
Cada capítulo es un espacio para pensar, sentir y recordar que amar a un hijo adolescente es soltar, pero también quedarse.
Opiniones de nuestra comunidad:
⭐ “No es un manual. Es como una charla interior que necesitaba tener.”
⭐ “Te acompaña a aceptar lo que duele, sin perder la realidad.”
⭐ “Lo guardo para volver a él en cada etapa.”
¿Por qué este libro es para ti?
✔️ Porque tu hijo está cambiando y quieres acompañarlo mejor.
✔️ Porque quieres aprender a respetar su espacio sin perder el vínculo.
✔️ Porque sabes que amar no es controlar, sino caminar junto a él.
Este libro no promete fórmulas mágicas ni adolescentes obedientes.
Pero sí te ofrece palabras que acompañan, reflexiones que calman y gestos que construyen.
Para que puedas seguir siendo hogar, incluso cuando ya no vivan en ti.
ÍNDICE
- Prólogo
- Ya no me lo cuenta todo
- Esa puerta cerrada
- La adolescencia también duele a los padres
- No soy su mejor amigo… y está bien
- ¿Y si no estoy haciendo lo suficiente?
- No me mira igual que antes
- Cuando todo parece una pelea
- ¿Quieres hablar o solo que te escuche?
- A veces solo necesita saber que estás
- No me necesita para resolverlo todo
- Entre redes, pantallas y comparaciones
- Mi hijo se está convirtiendo en alguien que no reconozco
- Aunque se aleje, aún busca sostén
- Cuando me rechaza y me hiere sin querer
- Volver a encontrarnos sin forzarlo
- Confianza, incluso cuando no entendemos
- Preguntar sin invadir, ofrecer sin imponer
- Las cosas importantes que nunca se dicen
- La ternura que aún cabe entre nosotros
- Seguir siendo hogar, aunque ya no vivas en nosotros
- Para terminar – Lo ritual como forma de presencia cotidiana
- Sobre Nueva Consciencia
Cuando el amor aprende a quedarse en silencio
Hay un día —no sabemos cuál— en que dejamos de saberlo todo sobre ellos. No porque se vayan, no porque nos odien, no porque ya no les importe lo que pensemos. Simplemente, algo cambia. Un leve crujido en la madera de la casa. Una puerta que se cierra un poco más seguido. Una mirada que esquiva la nuestra. Y de pronto, el hijo que nos contaba hasta el color del lápiz que usó en clase, ahora responde con un “bien” seco y rápido cuando preguntamos cómo fue su día.
Lo primero que sentimos suele ser una punzada. A veces rabia, otras veces tristeza. Incluso culpa. Como si estuviéramos fallando en algo esencial. Como si ese silencio que crece entre nosotros fuera señal de que nos hemos perdido… cuando en realidad, es solo el eco natural del crecimiento.
Porque crecer, para ellos, también implica alejarnos un poco. Dejar de mirarnos hacia arriba. Dejar de consultarlo todo. Buscar su propio borde, su propia voz, su propio caos. Y eso, aunque duela, es sano. Es parte del contrato secreto que firmamos el día que los trajimos al mundo: un pacto de amor que incluye dejarlos ir, aunque todavía los necesitemos cerca.
Pero, ¿quién nos enseña eso? ¿Quién nos prepara para el día en que ya no quieren que les peinemos el pelo, ni les leamos cuentos, ni les ayudemos con los deberes porque “ya saben”? ¿Dónde están los mapas emocionales para navegar la adolescencia desde este lado: el lado del padre o la madre que mira sin invadir, que espera sin exigir, que sostiene incluso cuando ya no lo llaman por las noches?
Este libro nace desde ese hueco. Desde ese espacio entre lo que éramos y lo que aún no entendemos del todo. No pretende dar fórmulas. No hay recetas mágicas —spoiler: nadie las tiene—. Lo que sí hay aquí son palabras que intentan abrazar. Relatos, reflexiones, imágenes que ojalá sirvan para recordarte que no estás sola. Que no estás solo. Que ese silencio entre tú y tu hijo no es vacío… sino un puente invisible que aún pueden cruzar, si aprenden a caminarlo de otro modo.
Hablar de adolescencia es hablar de transformación. De una piel que ya no nos queda cómoda. De emociones que saltan sin pedir permiso. De inseguridades disfrazadas de orgullo. De rebeldía que en el fondo, es una súplica por ser vistos. Y a veces, también de corazas que se ponen porque el mundo empieza a doler.
Pero hablar de adolescencia desde el lugar del adulto que cuida… eso es otro viaje. Uno más callado. Más profundo. Donde el amor se vuelve menos visible, pero más esencial. Donde sostenemos sin que se note. Donde acompañamos en la sombra, como quien camina detrás por si tropiezan, pero sin quitarles el derecho a explorar.
Muchos padres y madres llegan a este libro desde la duda. Desde la sensación de estar fallando. De no entender qué hicieron mal. De no saber cómo acercarse sin ser rechazados. Y eso ya dice mucho. Porque quien se pregunta cómo cuidar mejor, ya está cuidando. Quien se preocupa por la distancia, ya está intentando tender un puente.
Este no es un libro para corregir a tu hijo. Es un libro para acompañarte a ti. A tu parte vulnerable. A ese rincón tierno que aún recuerda cómo era abrazarlo de niño, pero que ahora no sabe si ese abrazo sería bien recibido. A esa voz interna que se debate entre poner límites o soltar, entre intervenir o esperar, entre proteger o dejar que aprenda con sus propios tropiezos.
Aquí no vas a encontrar normas rígidas. No se trata de “cómo hacer que me escuche”, sino de “cómo escuchar incluso cuando no me habla”. No se trata de “cómo recuperar lo que teníamos”, sino de “cómo crear algo nuevo con lo que somos ahora”.
A veces, tu hijo no necesita respuestas. Solo necesita saber que estás. Que sigues ahí, aunque no diga nada. Que tu amor no depende de que se comporte como antes. Que su silencio no te asusta tanto como para rendirte. Que puede alejarse y aún así ser amado.
Y tú, también necesitas ser cuidado. Porque criar en esta etapa es agotador. Es un acto de fe diaria. Es confiar en que todo lo sembrado sigue latiendo debajo del ruido, del enfado, del portazo. Es recordarte, una y otra vez, que no estás aquí para controlarlo todo… sino para seguir siendo un refugio. Incluso cuando el otro no se refugia. Incluso cuando parece que no lo necesita.
Este libro es eso: un refugio para ti. Una pausa en medio del torbellino. Una mano que te recuerda que tu presencia sigue contando, aunque ya no se note igual. Que tu forma de amar puede transformarse sin perder su fuerza. Que, aunque ahora caminen más lejos, el corazón sigue buscando puntos de encuentro.
Porque al final, cuando tu hijo crece y se aleja, el amor no desaparece… solo cambia de idioma. Y este libro es una invitación a aprenderlo.
