
- Formato: Tapa dura, tapa blanda y ebook
- Disponible en Amazon: https://amzn.eu/d/9BOn0l0
- Páginas: 185 (color)
✨ ¿Te has sentido alguna vez solo incluso acompañado? Ha llegado el momento de encontrarte contigo. ✨
A solas, pero no perdido es una invitación a dejar de huir de ti mismo. A sentarte en tu propia compañía y descubrir que no estás roto, solo pendiente de escucharte. Un libro íntimo y honesto que recorre el arte de habitar la soledad, cultivar dignidad y elegirte sin excusas.
💭 ¿Qué encontrarás en estas páginas?
🌀 Exploración profunda y sincera de la soledad y el vínculo:
Reflexiones sobre amar sin mendigar, sostenerse cuando todo tiembla, y acompañar sin poseer. Textos que se atreven a nombrar lo que muchos callan.
🌿 Rituales y gestos cotidianos:
Pequeñas prácticas para no olvidarte de ti. Para encender tu propia vela incluso cuando nadie mire. Para construir un hogar interior al que siempre puedas volver.
💬 Palabras que acompañan como un susurro:
Fragmentos diseñados para tocarte sin prisa. Para ser refugio en los días densos y espejo en los días claros.
🛤 Un viaje hacia adentro, sin atajos ni fórmulas vacías:
Cada capítulo te invita a soltar lo que ya no sirve, a honrar tus duelos, a celebrar sin testigos y a sostener tu dignidad incluso en el silencio.
Opiniones de quienes ya lo hicieron suyo:
⭐ “Un libro que no te salva, pero te enseña a no abandonarte.”
⭐ “Lo dejo en mi mesa de noche para recordarme que no estoy sola.”
⭐ “Me acompañó en días oscuros como un abrazo que no juzga.”
¿Por qué este libro es para ti?
- Porque estás cansado de mendigar amor que no se ofrece solo.
- Porque intuyes que tu soledad no tiene por qué ser castigo.
- Porque quieres aprender a sostenerte con honestidad, sin negarte nada.
Este libro no te promete soluciones rápidas.
Pero sí te acompaña, palabra a palabra, a recordarte que no necesitas permiso para habitarte.
Con reflexiones que calman, gestos que dignifican y un lenguaje que te recuerda que elegirte cada día no es egoísmo: es el acto más íntimo de amor.
ÍNDICE
- Prólogo
- ¿Cuándo dejamos de tocarnos de verdad?
- Soledad en la era de las pantallas
- Adultos sin tribu
- Relaciones con fecha de caducidad
- Entre el miedo a ser herido y el miedo a no sentir nada
- Cuando el silencio se vuelve hogar
- Cuerpo propio, refugio vivo
- Cultivar vínculos no románticos que nutren
- Renunciar al mito del alma gemela
- No encajar… y estar bien con eso
- La alegría de los que no esperan nada
- Conectar sin poseer
- La espiritualidad del solitario
- Vivir sin pareja, sin excusas, sin pena
- Duelos no reconocidos
- Cuando nadie te ve llorar
- Sostenerse solo cuando todo tiembla
- Celebrar sin compañía
- La dignidad de no mendigar amor
- Soledades compartidas
- Para terminar
- Sobre Nueva Consciencia
No todo el que está solo se siente solo. Y no todo el que está acompañado se siente a salvo. Esa es una de las verdades más incómodas —y más liberadoras— que descubrimos al hacernos adultos. Porque la soledad ya no es un rato en casa sin planes, ni una tarde sin mensajes. No. La soledad, en esta etapa, se parece más a un eco: está en los silencios que nadie escucha, en las preguntas que nadie te devuelve, en los abrazos que ya no ocurren. Está incluso en medio de las multitudes, en cenas de pareja donde nadie se mira, en grupos de chat donde todo se responde pero nada se siente.
Vivimos en una época donde estar conectado es casi obligatorio, pero sentirse realmente acompañado es casi milagroso. Nos han prometido que el amor llega cuando dejas de buscarlo, que hay alguien esperándote ahí fuera, que la familia te sostendrá, que los amigos son para siempre. Y sin embargo, algo se rompe cuando te das cuenta de que no siempre es así. Que puedes hacer las cosas bien y aún así cenar solo. Que puedes tener cientos de seguidores y no tener a quién llamar si se te parte el alma a las tres de la mañana. Que puedes estar en pareja y sentir que hablas con una pared invisible.
Este libro nace de ahí. De ese hueco sin nombre que muchos intentamos llenar con ruido, ocupaciones, pantallas, citas, comida, metas, yoga o resignación. Pero también nace de otra cosa más poderosa: de la intuición de que estar solo no tiene por qué ser sinónimo de estar roto. De que hay maneras de vivir sin pareja, sin red social constante, sin familia nuclear… y aún así sentirse pleno. No por cinismo. No por autosuficiencia forzada. Sino porque hay belleza en la quietud, sentido en el espacio propio, dignidad en el gesto cotidiano de sostenerse.
No se trata de hacer apología de la soledad, ni de disfrazarla de superación. No vamos a romantizar la falta de abrazos ni a espiritualizar el vacío como si fuera un regalo en papel brillante. Porque duele. Porque pesa. Porque a veces quema. Pero sí vamos a hablar de lo que se puede construir dentro de ese vacío, de cómo podemos volverlo habitable. Cómo transformar la soledad en una especie de casa interior, imperfecta pero cálida, donde no todo está resuelto pero tampoco todo está perdido.
Hablar de soledad adulta es incómodo porque no encaja con el relato de éxito. Nos gusta pensar en la independencia, en la libertad, en el no necesitar a nadie. Pero la verdad es que casi todos necesitamos a alguien. Solo que no siempre lo encontramos. Y cuando no lo hacemos, cuando el otro no llega o ya no está, necesitamos herramientas, no discursos vacíos. Necesitamos otra forma de entendernos, de acompañarnos, de vivirnos. No como piezas incompletas esperando encajar, sino como seres enteros capaces de sostener su propia compañía sin morirse de frío.
En estas páginas no hay consejos rápidos ni fórmulas mágicas. Hay relatos, ideas, imágenes. Hay verdades que quizá ya conoces pero que nunca nadie te dijo en voz alta. Hay una especie de guía para caminar por dentro sin perderte. Una brújula simbólica para orientarte en la niebla que a veces cae cuando el silencio se instala. Y, sobre todo, hay compañía: la mía, la tuya, la de quienes también han aprendido —a veces a la fuerza, a veces por elección— a no tener quien les abrace siempre… pero a seguir respirando igual.
Este libro es para ti si alguna vez has sentido que no perteneces a ningún lugar. Si te has cansado de intentarlo todo para no estar solo. Si alguna noche has llorado en secreto porque todos parecían tener a alguien menos tú. Si has vivido rupturas que te dejaron flotando, o si llevas años sin cruzar una mirada que te haga temblar. Es para ti si ya no buscas pareja pero tampoco te has rendido. Si te has convertido en tu mejor refugio… o si aún estás aprendiendo cómo no convertirte en tu peor prisión.
Y también es para ti si estás en pareja pero sientes frío por dentro. Porque la soledad no desaparece con compañía; a veces se hace más evidente cuando la presencia del otro no alcanza. Porque incluso ahí, en medio de un nosotros, se puede habitar la ausencia. Y eso también merece un espacio para ser comprendido, nombrado y tal vez transformado.
Estar solo no es el problema. El problema es que no nos han enseñado cómo hacerlo sin sentirnos fallidos. Nos enseñaron a buscar, a no rendirnos, a encontrar a alguien como solución. Pero no nos enseñaron a estar con nosotros mismos con ternura, con profundidad, con alegría suave. Este libro quiere ser un ensayo de eso: de cómo estar a solas sin estar perdidos. De cómo encontrarnos, incluso si nadie más nos está buscando.
Así que aquí empieza el viaje. Sin promesas. Sin fuegos artificiales. Solo tú, este libro, y la posibilidad —pequeña, poderosa— de que la soledad no sea un castigo, sino un punto de partida.
